Hablar de una ciencia o de una disciplina científica implica, en primera instancia, comenzar por definir lo que supone el conocimiento científico. Si partimos de la noción tradicional del conocimiento cierto de las cosas por sus causas, veremos que la idea típicamente aristotélica nos lleva a una discusión epistemológica sobre las implicaciones que conllevan los conceptos de “certeza”, “cosa” y, por su supuesto, “causalidad”. En este sentido puede decirse que una definición semejante es demasiado general y, como tal, requieren determinarse los objetos de estudio y su método de investigación.
